lunes, 16 de mayo de 2011

Musicoterapia y Discapacidad Motriz

Mi experiencia como musicoterapeuta y coordinadora de una residencia y un centro educativo terapéutico para personas con discapacidad motora, mental y multidiscapacidad; me ha llevado a la conclusión que la base córporo–sonoro–musical y lo que ella encierra es una clave primordial en el abordaje.
Sabemos que los objetivos y actividades a desarrollar dependen exclusivamente de cada paciente en particular y el vínculo que forma con el terapeuta.

Partimos del concepto de calidad de vida, donde uno de los componentes más significativo es la autodeterminación.
A veces la gente se pregunta... Pero si no entiende nada... Si no se le entiende nada...

Tenemos que abrir la mirada y poder comprender que, por ejemplo Felipe, no es sólo la historia clínica nº x, no es solo un paciente con multidiscapacidad...
Sí!, Felipe es portador de una enfermedad que se denomina parálisis cerebral, tiene hipertonía pero también, tiene varios hermanos, un papá que participa de muchas actividades, tiene una silla de ruedas, tiene amigos, una sonrisa hermosa, le gusta la música, le encanta (casi está enamorado de) Shakira. Juega con cubos, se enoja cuando se encapricha. Tiene como xxx años (es muy coqueto)...
Felipe, es Felipe, como cada uno de nosotros, con nuestras falencias (en algunos aspectos él tiene más) y nuestras “perfecciones” (en algunos aspectos, también él tiene mas).

Volviendo al tema, les daré un ejemplo de cómo fue el abordaje desde musicoterapia con Feli (como le gusta que se le llame)
Primero, el vínculo: nos fuimos conociendo a través de la mirada y mi palabra. Sí!, la musicoterapia utiliza el lenguaje no verbal, pero si se necesita, como era el caso; donde fue imprescindible codificar y darle un significado a lo que decía, la palabra está. Con sus melodías, cadencias, ritmos... La cual acompañé con el cuerpo...
Prestar el cuerpo para el hacer, prestarlo para el juego.

El juego es tan importante como cualquier otra herramienta; a partir de allí, el vínculo fue más fluido.
De los juegos que realizamos (individuales y grupales), muchos fueron vivencias rítmicas sobre su cuerpo, con y sin elementos (instrumentos, peluches) para el reconocimiento de su esquema corporal.
Masoterapia, movilizaciones y coordinación tratando de tocar algún instrumento con apoyo...
Es importante recalcar que no todas las melodías y estímulos rítmicos sirven para trabajar, cada persona tiene su propia identidad sonora (ISO) que la caracteriza (hay melodías que tienden a la movilidad y otras a la pasividad, pero no todas surten el mismo efecto), con Felipe se ha utilizado muchas veces música lenta, de ritmos simples, con pocas variaciones tonales, monótonas; para favorecer la relajación y ampliar los movimientos; pero también se ha utilizado música rítmica, que le gusta a él, alentándolo y motivándolo favoreciendo la autoestima.
Ejercicios de respiración, ubicándome detrás de él, sentir mi respiración y la suya...

Juegos frente al espejo, haciendo gestos, reconociendo sentimientos, ampliando su expresión gestual para mejorar la comunicación. Juegos vocálicos y sonoros variándolos según las circunstancias, grabándolos, escuchándolos... Asociación de sonidos a colores, a estados de ánimo a través de los sentimientos que se generan, desarrollando de esta manera la emoción. Ampliar la capacidad receptiva a partir de la vivencia de estímulos sensoriales, enriqueciendo la interacción y capacidades vinculares, etc.

Fueron muchos años de tratamiento, en los cuales los objetivos fueron variando, pero el principal se mantuvo:

Mejorar su canal de comunicación, liberar y encausar el movimiento apuntando a ampliar el vínculo con el otro, la relación con el medio y mejorar su calidad de vida, favoreciendo de esta manera la socialización

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